{{{sourceTextContent.title}}}

Destino de la aviación neutra en carbono

{{{sourceTextContent.subTitle}}}

Una hoja de ruta

{{{sourceTextContent.description}}}

Ningún medio de transporte es más rápido que el avión: viajar de Londres a Nueva York en barco lleva 10 días. El mismo viaje en avión no dura ni 10 horas. Las cadenas de suministro esenciales, como la necesaria para transportar las vacunas COVID-19, que requieren refrigeración continua, difícilmente serían viables sin el transporte aéreo, o en todo caso tendrían un coste mayor. El vuelo ha conectado a seres humanos, culturas y países como una red mundial incluso antes de que existiera Internet. En la actualidad, los aviones emiten gases de efecto invernadero que son perjudiciales para el medio ambiente, pero ¿qué nos deparará el futuro? La industria de la aviación ya está demostrando que el sueño de volar no es irreconciliable con la neutralidad del carbono. Los fabricantes de aviones, los investigadores y las compañías aéreas están explorando formas innovadoras de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.

De 20 horas a 20 minutos: volar reduce la dimensión temporal

¿Por qué volamos? Para responder a esta pregunta, hay que remontarse al primer vuelo comercial del mundo: Hace más de 100 años, el primer pasajero de una aerolínea cruzó la bahía de Tampa, en el estado norteamericano de Florida. La distancia lineal era de 30 kilómetros. Los tiempos de viaje de entonces: 20 horas en coche, dos horas en barco de vapor y sólo 20 minutos en avión

Los aviones crean conexiones físicas entre personas y mercados a mayor velocidad y en distancias más largas que cualquier otro medio de transporte. Hoy en día, una persona que quiera viajar a Nueva York no se pregunta: ¿diez horas en avión o diez días en barco cruzando el Atlántico? La verdadera pregunta para la mayoría de la gente hoy en día es más bien: ¿quiero coger un avión o quedarme en casa del todo? Sin aviones no habría cumbres políticas internacionales ni conferencias científicas mundiales. No habría Juegos Olímpicos ni campeonatos mundiales de fútbol. También las vacaciones, los viajes de negocios o las visitas a familiares y amigos en regiones lejanas serían prácticamente inconcebibles sin la posibilidad de volar.

Teléfonos, suministros médicos y comercio mundial

Lo mismo ocurre con la circulación de mercancías. Atendiendo al valor de los productos, un tercio de todo el comercio mundial se realiza en avión. Esto es especialmente cierto en el caso de las mercancías de alto valor y los artículos que deben entregarse rápidamente. Por ejemplo, la mayoría de los materiales auxiliares y alrededor de una quinta parte de todos los suministros médicos se entregan por avión. Durante la pandemia de COVID-19, las mascarillas, los respiradores y las vacunas pudieron distribuirse rápidamente gracias a los aviones. Muchas máquinas, piezas de repuesto o de automóviles -bienes de las industrias básicas alemanas- también llegan a sus clientes de todo el mundo por vía aérea. Y viceversa: el 90% de los smartphones llegan a Alemania por vía aérea. En resumen: sin los aviones, tanto el comercio mundial como la vida que hemos llegado a disfrutar en los países industrializados serían completamente diferentes. Esto explica el fuerte crecimiento del tráfico aéreo, que más o menos se duplica cada 15 años. Y aunque la economía y la sociedad parecen haber pulsado el botón de pausa durante la pandemia, a largo plazo los expertos esperan un nuevo crecimiento del tráfico aéreo.

Lograr la neutralidad climática es una ventaja competitiva

A primera vista, más tráfico aéreo se traduce en mayores emisiones de gases de efecto invernadero. Sobre todo en tiempos de cambio climático, esta ecuación no se sostiene. En el camino hacia una economía climáticamente neutra, los actores clave -ya sea el público en general, los políticos o los activistas del clima, así como las aerolíneas, los pasajeros y los inversores- exigen un compromiso claro del sector de la aviación para lograr la transición energética en los cielos. Sólo la aviación sostenible puede garantizar la movilidad y la protección del clima a largo plazo y conservar así su "licencia para operar". El sector de la aviación no tardó en reconocer su responsabilidad en la protección de nuestro medio ambiente y ha abordado activamente los retos a los que se enfrenta en este sentido. Desde entonces ha cumplido, y sigue haciéndolo: En la actualidad, el 90% de las inversiones en investigación y desarrollo se destinan a reducir las emisiones y la contaminación acústica. Desde la llegada de la era del avión, las emisiones totales por pasajero-kilómetro han disminuido ya en más de un 80%. Los aviones modernos que utilizan la tecnología alemana más avanzada sólo consumen dos litros por pasajero cada 100 kilómetros. Y el reto continúa.

Hoy en día, cada nueva generación de aviones reduce el consumo de queroseno y, por tanto, las emisiones en un 25% más, reduciendo al mismo tiempo los costes de combustible. La protección del medio ambiente y la competitividad van de la mano. No hay ninguna contradicción entre el crecimiento económico y los vuelos limpios; al contrario, en un mercado mundial tan disputado, el ganador es el que puede ofrecer aviones, motores, sistemas y equipos más silenciosos, seguros, limpios y confortables que los modelos anteriores. Por ello, las innovaciones de hoy contribuyen a lograr las ventajas competitivas del mañana. Los resultados son realmente notables y se basan en décadas de financiación política constante y con visión de futuro para la investigación y el desarrollo.

Destino 2050 - El vuelo hacia un futuro climáticamente neutro ya está embarcado

Sin embargo, el listón de la neutralidad climática en los vuelos es más alto: con su hoja de ruta "Destino 2050", el sector europeo de la aviación se ha comprometido con el objetivo de alcanzar realmente la neutralidad climática a mediados de siglo. ¿Pero cómo es posible reducir las emisiones a cero? La respuesta: Sencillamente, no existe una solución universal para una tarea tan ardua. Más bien, se necesitarán varias medidas más pequeñas y coordinadas. Esto comienza con, pero va mucho más allá de, nuevos conceptos de formas aerodinámicas, materiales inteligentes y construcciones ligeras. Si se mejoran las rutas de vuelo -por ejemplo, teniendo en cuenta los vientos (de cola) favorables-, las emisiones de la aviación comercial podrían reducirse hasta un 16%, según un estudio realizado en 2021 por la Universidad de Reading. Sin embargo, el mayor potencial reside en motores eléctricos más eficientes y en combustibles de aviación sostenibles. La transición energética en el cielo requiere el compromiso de toda la sociedad, y sólo puede lograrse mediante la estrecha colaboración entre la política, la industria, la ciencia, la investigación y los sindicatos.

¿Volar con baterías?

La visión de un pequeño avión eléctrico ya se está probando en la práctica. Empresas de nueva creación y corporaciones de todo el mundo se encuentran en una reñida carrera por la investigación y el desarrollo de máquinas voladoras alimentadas por baterías. En la actualidad, hasta 12 pasajeros podrían volar eléctricamente hasta 500 kilómetros, suficiente para un viaje de Fráncfort a París. Estas pequeñas aeronaves ofrecerían una solución libre de emisiones a los taxis aéreos que podrían utilizarse a nivel local o regional. Los minihelicópteros eléctricos también podrían utilizarse en los Juegos Olímpicos de 2024 en París para acortar los tiempos de viaje y descongestionar el centro de la ciudad. Sin embargo, el peso de las baterías seguirá siendo un factor limitante en un futuro próximo.

El hidrógeno se considera una opción para las rutas de media distancia

Para cubrir distancias de vuelo de hasta 3.000 kilómetros, los investigadores también están estudiando soluciones basadas en el hidrógeno . Las turbinas de los aviones podrían adaptarse para quemar hidrógeno en lugar de queroseno con pequeñas modificaciones. Si el hidrógeno es "verde", es decir, se produce totalmente a partir de energías renovables, las emisiones inmediatas de carbono se reducen efectivamente a cero. El reto: el hidrógeno tiene un volumen cuatro veces mayor que el queroseno. En su estado líquido, debe enfriarse constantemente a -253 grados Celsius. Por consiguiente, los aviones que utilizan hidrógeno necesitarían depósitos más grandes, que tendrían que desplazarse desde su posición actual en las alas del avión hacia el interior del fuselaje. El diseño del avión y sus propiedades aerodinámicas tendrían que adaptarse a estos cambios. Sin embargo, la licuefacción del hidrógeno requiere energía y los depósitos tienen que estar bien aislados. Esto demuestra claramente que las futuras tecnologías utilizadas en la aviación son enormemente complejas. No obstante, se espera que el primer avión de hidrógeno listo para la producción en serie despegue ya a mediados de la década de 2030

Los combustibles sostenibles para la aviación ofrecen un enfoque neutro desde el punto de vista climático para las rutas de larga distancia

Aunque el nombre pueda sonar complicado, los Combustibles de Aviación Sostenibles - o simplemente SAF - ya se utilizan hoy en día. En los vuelos de larga distancia, estos combustibles pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 80%. Estos combustibles sostenibles pueden producirse mediante el procesamiento de biomasa procedente de residuos naturales, cultivos energéticos o algas. En algunas rutas, los vuelos de pasajeros ya se alimentan con SAF mezclados. ¿Cuál es el problema? Las cantidades de SAF fabricadas a partir de biomasa no son suficientes para cubrir las necesidades de la aviación comercial. Por tanto, el futuro está en los combustibles sintéticos. Éstos son neutros desde el punto de vista climático, ya que durante su producción se utilizan plantas industriales para extraer el dióxido de carbono de la atmósfera, que luego se devuelve al aire durante la combustión. Para que las plantas prototipo existentes se conviertan en fábricas comercialmente viables, la demanda y la producción de combustibles sintéticos deben aumentar considerablemente. Un esfuerzo que merecería la pena: después de todo, los vuelos de larga distancia son responsables del 75% de todas las emisiones de CO2, mientras que sólo representan el 25% del tráfico aéreo.

La sostenibilidad es un trabajo en equipo - realizado por los pioneros del sector en #ILA22

La aviación es una parte integral de nuestra vida moderna. Nos afecta a todos y está al borde de una revolución tecnológica. Los grupos industriales, los proveedores, las PYME, las empresas de nueva creación, los investigadores, la comunidad científica y la política están trabajando para conseguir un vuelo neutro desde el punto de vista climático. En #ILA22, las partes interesadas de todo el mundo y de todos los sectores se reunirán para alcanzar un destino común: ¡un futuro neutro para el clima!